05 julio 2006


LA RAZÓN DE LA VERDAD DENTRO DE LA REALIDAD

Uno codicia el derecho a ser hombre concebido por su propia circunstancia. Vivimos necesitando la materialización constate del alma a través del olor, de la voz, de una visión reflejada en lo ojos del semejante para concebir este grosero trayecto de forma tal que lo podamos percibir como real o una realidad puesta en otras realidad. Creyendo tener el poder supremo de otorgarnos nuestros propios derechos, olvidando que dentro de la casta el derecho sólo existe si es otorgado.

Sin embargo es posible establecer una comunión entre uno y los unos a través de la reconciliación; puesto que la reconciliación implica la convivencia de las ideas de una comunidad; dado que es propio del hombre buscar la verdad sin llegar a poseerla jamás. Cada hombre es una intención de vida que extiende su rito, abierto al acuerdo, capaz de superar todo lo recibido, incluidas las heridas. Sólo cuando uno es como “uno” y acepta al otro como es, se genera un punto de inflexión en donde uno se convierte en “uno mismo” y el otro “en otro”, dejándose interpretar, dado que la identidad conforma el hecho, en respuesta, o responsabilidad respecto del otro.

Hablar de tolerancia es hablar de responsabilidad para con uno mismo en correspondencia con la sociedad. El futuro es solo una proyección de lo dado en otro tiempo. Lo que ha sido sigue siendo inevitablemente una carga pesada para la memoria del presente en el que nos movemos y por consecuente actuamos de acuerdo con esa carga preexistente.

El paso del tiempo no trae la salvación. Ese es un principio básico de claridad que debemos tomar como cierto e irrefutable. No se pude detener el presente puesto que está dado y sólo basta con ser para existir, escapando a la falsa idea de necesidad de cambio, puesto que el cambio implica estar en un lugar errado y solo bastaría como la efímera absolución, el correrse de ese lugar de convivencia hacia uno de individualidad.

Los hechos tienen un sentido y por eso conforman una historia, ninguna experiencia puede enseñar nada porque todo se reduce a la lógica individual, desde nuestro punto de vista acotado a nuestra propia experiencia e información acumulada de hechos y vivencias.

No es la idea de la vida sino la lógica de la idea sobre la vida lo que hace reflexionar al individuo sobre el porque de lo inflexible de la ley con la que nos regimos, persiguiendo un lugar seguro madriguera de toda eventualidad.

El realismo abstracto con el que nos regimos sustituye a la divinidad de lo posible o esperanzador como motor de vida y no por eso nos convertimos en productos de seres divinos complementados entre sí.

Buscamos sabiduría en la memoria, quien no la posee, por lo que no puede explicar el presente y la razón no puede manejar el futuro”

Habría que validar como cierto el silencio divino al escuchar donde nace la responsabilidad absoluta antes de dar una respuesta para evitar el sufrimiento. La experiencia con el sufrimiento lleva al hombre hacerle frente al presente y reformular su existencia desde otro lugar.

Se trata de cuestionar a fin de poder cargar con nuevo contenido nuestros conocimientos para poder entender que el sufrimiento es el principio de toda verdad.

La memoria es la apertura a un sentido que no cesa de venir en un constante, pero el problema de la memoria es el de su debilidad extrema para olvidar a fin de seguir viviendo un presente inevitable sin justificar la realidad.

El olvido es la respuesta conceptual a la in esencialidad de lo que ha quedado vencido en el camino.

Entender que de alguna manera la capacidad de recuerdo muere con el paso del presente.

La memoria no es algo espontáneo y sentimental despojado de razón. Y si el que sufre no es inocente. Todo muerto se asemeja a alguien que fue liquidado por lo vivos y su recuerdo apunta a la salvación de lo posible dentro del poder que es vulnerable al ser humano, ya que el poder es humano aunque sea inmoral.

Quien ha descendido al infierno del sufrimiento no vuelve, pero puede pujar por extraer las fuerzas positivas que laten y surgen en el sufrimiento.,

Detener el presente o mantener lo dado, es no entender el “uno” para convivir con los “unos”.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Hay cosas muy buenas en esto que escribís. Muchas. Habría que desmenuzarlas y seguir trabajándolas. Por momentos demsaiadas palabras y pocos silencios. Pero, me gusta mucho. Noto a Reyes dando vuelta por ahí, en tu palabra. En fin, eso, y que te quiero.
hermana.

1:28 p. m.  

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