18 mayo 2006

la eterna brevedad del tiempo






He cruzado el imaginario horizonte de mi espacio

hacía los pliegues del silencio

mi alma emprende vuelo

a lo más sagrado de esta renuncia,

La eterna brevedad del tiempo.

17 mayo 2006

Persiguiendo el infinito

Desmayarse en silencio por el ardiente deseo que inspira el maravilloso impulso del deseo, da acceso a la inquietante borrachera de sentimientos ocasionales que nublan el ahora y la absurda veneración del dolor y la culpa presentes en las nieblas se elevan y asfixian en el fango del alma. Así el gimo actúa como un cuervo que carrronea las entrañas sintiéndose cada vez más extranjero de la razón. Contemplando el milagro ante la vista: “El infinito”. El respeto reverencial por la tristeza enciega la calma y da paso a la memoria. La dignidad del silencio convive con la soledad y otorga paso al por-venir ya las evidencias perturbadoras de la furia imponente se desilusionan en el alma, logrando amanecer libre de implicancias y sintetizando lo real que por primera vez ven los ojos otorgando la sagrada reconciliación con la vida y el mundo. Al final del abismo la labor emprendida conoce que todo sufrimiento conquistado es la caída de los principios nacientes de la lucha victoriosa. La espera plantada resulta tan simple como insostenible.
shibumi:atelier

16 mayo 2006

Buscando mi destino, concluyo por pensar que solo en buscar consiste mi destino

tous les matins du monde


qe bonic moment abans del capvespre
sempre hi ha un camí amb el sol avant
Pastille pour ne pas rêver
Vers le soleil midi et minuit
vers le soleil midi et minuit afin de rêver
noirs moyens
tous les matins du monde

15 mayo 2006

"LA CAIDA DE LA MASCARA"


“La Caída de la mascara”

Cuando los días muestran sus marcas crudamente y la mente nublada atormenta cada pensamiento, el corazón ajado por tanto dolor supura incesantemente.

El “principio” simplemente se transforma en un instante del tiempo que ya fue. Y el fin, el fin no llega y el dolor crece y consigo culpa; la culpa y él por qué.

El hedor a realidad se torna tan, pero tan densamente insoportable que bastaría una insignificante luz en las tinieblas para poder mutilarla.

Pero la luz no excite, ni siquiera en nuestras más despreciables ilusiones.

Nuestro sentir más subterráneo se ve hundido – aún más - en un mar de pecado de que ni la absolución divina rescataría.

El ingreso al laberinto se hace directamente. Ahora todo muta y muta, cada instante se transforma dentro del círculo vicioso que da vueltas y vueltas. Ya no para.

La somnolencia que habita la falsa idea de ser, se hace cada vez más profunda y el vacío comienza a llenarse de fantasmas que moraban en otro espacio y que son ajenos, pero están presentes.

La ironía se hace grata y como abofeteando la entrada al mundo se enfrenta con la ladera del precipicio. La intolerable pregunta se reafirma: ¿el ser?.

Tengo la completa noción de ser tan poco aunque me vea tan grande.

De repente. La mascara cae y la Catabasis abre sus puertas.